Estoy leyendo los libros de texto
que ha utilizado Romeo en el colegio. Me apetece. De repente me han entrado
ganas de leer sobre aquello que tuve que memorizar cuando era pequeña. Leerlo sin
presión, por puro placer, para que me ayuden a resumir el mundo o a descubrir
cosas como lo de Llivia. Además, pienso, que algo dirigido a la infancia tiene que estar hecho con mucho cuidado, amor... O mejor, me obligo a pensarlo.
Un día hablando con la profesora de Romeo al pedirle prestados
dichos libros, comentamos acerca del fallo que veía en el sistema: da una
visión parcial de las cosas y en ningún momento se ofrece una global. Todo está
separado por temas, unidades, libros, asignaturas, clases, edades… Cuando en
realidad en la vida está todo mezclado y no hay tal división.
Romeo desde hace un tiempo tiene
pesadillas. Al preguntarle acerca de ellas, nos dice que puede tenerlas de
cualquier cosa, que no sólo de las películas y videojuegos que ve (como
nosotros pensábamos), sino que puede tenerlas hasta de un lápiz que haya usado
ese día. Que como todo está relacionado…
También me decía la profesora que
ella antes no era así. Que, por ejemplo, antes mandaba deberes
siempre. Después dijo la frase de “todo cambia” que tanto me gusta y hace que
suene en mi cabeza la canción de Jorge Drexler.
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