jueves, 22 de agosto de 2019

Parcelar



Estoy leyendo los libros de texto que ha utilizado Romeo en el colegio. Me apetece. De repente me han entrado ganas de leer sobre aquello que tuve que memorizar cuando era pequeña. Leerlo sin presión, por puro placer, para que me ayuden a resumir el mundo o a descubrir cosas como lo de Llivia. Además, pienso, que algo dirigido a la infancia tiene que estar hecho con mucho cuidado, amor... O mejor, me obligo a pensarlo. 
Un día hablando con la profesora de Romeo al pedirle prestados dichos libros, comentamos acerca del fallo que veía en el sistema: da una visión parcial de las cosas y en ningún momento se ofrece una global. Todo está separado por temas, unidades, libros, asignaturas, clases, edades… Cuando en realidad en la vida está todo mezclado y no hay tal división.
Romeo desde hace un tiempo tiene pesadillas. Al preguntarle acerca de ellas, nos dice que puede tenerlas de cualquier cosa, que no sólo de las películas y videojuegos que ve (como nosotros pensábamos), sino que puede tenerlas hasta de un lápiz que haya usado ese día. Que como todo está relacionado…
También me decía la profesora que ella antes no era así. Que, por ejemplo, antes mandaba deberes siempre. Después dijo la frase de “todo cambia” que tanto me gusta y hace que suene en mi cabeza la canción de Jorge Drexler.

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