A través de mi trabajo en el
Cine, puedo observar comportamientos humanos repetitivos. Uno de ellos se
da cuando yo espero en el mostrador a que alguien se acerque a comprar, y un cliente entra y se sitúa justo
en el lado donde no estoy. Desde allí me llama o intenta
pedir. Siempre que ocurre esto me pregunto el porqué. ¿Por qué no
se coloca frente a mí? A veces creo que es porque prefieren
tener tiempo a solas para pensar lo que van a comprar. Pero
entonces alguien viene y, situándose donde digo, no espera ni un segundo para señalar lo que quiere.
Primera teoría desbancada. Quizás, es porque no me ven. Cuando
espero estoy sentada leyendo y a veces desde fuera se me ve poco. Sin embargo,
cuando permanezco de pie también lo hacen. Segunda teoría anulada. Creo que este comportamiento humano no tiene respuesta colectiva, sino que cada
uno lo hará por una cosa. Me llama la atención la cadencia de la misma nota.
El otro día ocurrió algo
singular: fui testigo de cómo se formó una fila enorme de gente en
paralelo a la barra. Al cabo de unos veinte minutos se acerca un señor y me
pregunta que qué pasa.
-¿Qué pasa de qué? Respondo.
-¿Por qué nadie le pide?
-No sé.
Por lo visto una persona se había puesto a cierta distancia de la barra, después otra detrás y luego otra y
otra…. Nadie se acercaba donde yo estaba. Todo el que se colocaba
detrás pensaba que estaba en la posición correcta para comprar.
Esta vez la situación fue única y
singular, pero el comportamiento fue colectivo. Todos reaccionaron de la misma
forma por lo mismo.
Muy curioso observar la danza de
la vida desde el Cine. ¡Qué bello es el cine!
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