Hoy he soñado que iba como alumna
al colegio de Romeo. Cuando se lo he contado a mi hijo, me ha preguntado:
-¿Y qué hacías en el recreo?
-Ir a la biblioteca a leer.
Una de las cosas que más gracia
me ha hecho del sueño, es que me he puesto a jugar a un videojuego con
una maquinita en los escalones del cole. En mi sueño eso estaba prohibido, nada
de máquinas de videojuegos en los espacios del colegio.
Hace unos meses me dio por colorear
láminas de dibujos. Tenemos muchísimos libros y láminas para colorear que Romeo
no ha usado jamás. Se las regalan y yo las guardo. A mí sí me gusta colorear.
No he oído cosas favorables de esta actividad hecha por niñas y niños, pero creo
que a mí siempre me gustó hacerlo. Por eso un día se me ocurrió incorporarlo a
una de mis rutinas: la de la relajación. Así es que me propuse vaciar la mente
mientras coloreaba. Los días que trabajaba en el Cine me llevaba la lámina
allí. Un día mi jefe me vio colorear a Pluto y me dijo:
-¿No eres muy mayor para
colorear?
Sonreí y me dio pena. Al rato
pensé que seguramente era un simple comentario para que yo me riera. Pero no
pude evitar la pena por él.
Pena porque él, aunque le
apetezca, quizás no se permite colorear ya que “es cosa de niños/as”. Me puse
a pensar en todas las cosas que no nos permitimos hacer pensando que es de esto
o de lo otro. Cuando en realidad de eso se trata: de ser adulto para convertirte en
responsable de tus propios actos, para crear la vida atendiendo a uno mismo.
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