Cerca de mi Cine hay una
papelería y muchas otras tiendas, bares, restaurantes… Hasta un mercado de los
de toda la vida. A veces me escapo un minuto a hacer alguna cosa entre película
y película. La papelería me surte de muchos de los materiales que necesito. En ocasiones les pongo en un aprieto, porque voy a ella después de
un largo peregrinaje en busca del material adecuado. Una vez fue
un pegamento. Quería un pegamento que pegara muy bien y de todo, pero sobre
todo que no se secara. Me mostraron varios ejemplares. Algunos ya los había
probado y les expliqué por qué no me servían: se me secaban antes de que se
terminaran y los tenía que acabar tirando. La papelera me dijo: “a todos les
pasa”. Esa frase me sumió en un pensamiento pesimista sobre el mundo. No quería
creer que si pasaba eso con todos los pegamentos, que se secaban antes de
acabarlos, siguieran vendiéndolos y la gente tirándolos, y vuelta a comprar y
vuelta a tirar. ¿Cómo no han creado ya un pegamento que no se seque? Me parecía
increíble. Con todos los avances avanzosos que hay, y una cosa tan simple…
Pensé que hay cosas por donde al ser humano no le interesa avanzar, como por
ejemplo el pegamento. Si se crea un pegamento que no se seque, no se venderán
tantos como se están vendiendo ahora. Todo está montado para no parar. Además
tampoco interesa un pegamento que sea capaz de pegar y arreglar así cualquier
cosa, pues entonces bajarían las ventas de esas cosas.
Acabé comprando un lote de tres
pegamentitos. Me convenció el hecho de ser mono dosis. De tal manera que podía
abrir uno cada vez y pegar todo lo que tuviera pendiente de pegar hasta que se agotara.
Así es que ahora soy experta en
acumular cosas rotas o inventármelas si el día que abro pegamento me queda
todavía un poco en el bote.
Esto me recuerda a cuando pego
trozos de películas en mi cabeza. A veces me las veo por trozos y desordenados. Luego
yo los tengo que ordenar y pegar. Pero claro, no necesito pegamento. ¡Qué bello
es el cine!
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