Hace unos días asistí a la
primera reunión trimestral en el colegio de Romeo. Aparte de la novedad de la
profesora, la reunión en sí fue novedosa en cuanto a la utilización de la
tecnología (presentación en pantalla de los temas a tratar), intervención de
los alumnos (habían grabado vídeos donde nos explicaban el uso de
ciertos recursos, como el rincón de lectura, la mesa cooperativa, el meeting
point…) y regalito final para los padres. Hubo cosas que me chirriaron, como el dichoso plan de fomento de la
lectura, que insiste en que los niños lean. Esta vez con el epígrafe de “que
lean por placer, no por obligación”. Y yo me pregunto: ¿cómo se puede leer por
placer cuando te están obligando a leer un número determinado de libros? ¿Cuándo
te obligan a rellenar una ficha con información que no te interesa sobre el
libro que acabas de leer? Etc, etc.
Pero lo que yo quería contar aquí
es lo del regalito. Un marcapáginas hecho por los alumnos y alumnas con un
dibujo y un mensaje. Por “deformación familiar”
tiendo a sospechar de todo lo que venga de un colegio, pero en este caso
intenté relajarme, que además me chiflan los marcapáginas. ¿Sabéis
lo que hago con ellos? Escribo las palabras que no conozco del
libro que me estoy leyendo en ese momento y cuando lo termino las busco. Hago marcapáginas con todo: restos de papel de encuadernar, fotos… Bueno, el
caso es que le pregunté a Romeo si le había gustado hacerlo y me dijo que él
en realidad había querido poner “gracias por la Nintendo Labo”, pero que la
profe le había dicho que eso quedaba muy feo y le había obligado a poner otra
cosa: “thank you for helping me”. Se me cayó el alma a los pies. Vaya ejemplo
de honestidad. (Y encima en inglés, aunque eso es tema de otra entrada). Así ha quedado mi marcapáginas:
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