martes, 1 de octubre de 2019

Honestidar


Hace unos días asistí a la primera reunión trimestral en el colegio de Romeo. Aparte de la novedad de la profesora, la reunión en sí fue novedosa en cuanto a la utilización de la tecnología (presentación en pantalla de los temas a tratar), intervención de los alumnos (habían grabado vídeos donde nos explicaban el uso de ciertos recursos, como el rincón de lectura, la mesa cooperativa, el meeting point…) y regalito final para los padres. Hubo cosas que me chirriaron, como el dichoso plan de fomento de la lectura, que insiste en que los niños lean. Esta vez con el epígrafe de “que lean por placer, no por obligación”. Y yo me pregunto: ¿cómo se puede leer por placer cuando te están obligando a leer un número determinado de libros? ¿Cuándo te obligan a rellenar una ficha con información que no te interesa sobre el libro que acabas de leer? Etc, etc.
Pero lo que yo quería contar aquí es lo del regalito. Un marcapáginas hecho por los alumnos y alumnas con un dibujo y un mensaje. Por “deformación familiar” tiendo a sospechar de todo lo que venga de un colegio, pero en este caso intenté relajarme, que además me chiflan los marcapáginas. ¿Sabéis lo que hago con ellos? Escribo las palabras que no conozco del libro que me estoy leyendo en ese momento y cuando lo termino las busco. Hago marcapáginas con todo: restos de papel de encuadernar, fotos… Bueno, el caso es que le pregunté a Romeo si le había gustado hacerlo y me dijo que él en realidad había querido poner “gracias por la Nintendo Labo”, pero que la profe le había dicho que eso quedaba muy feo y le había obligado a poner otra cosa: “thank you for helping me”. Se me cayó el alma a los pies. Vaya ejemplo de honestidad. (Y encima en inglés, aunque eso es tema de otra entrada). Así ha quedado mi marcapáginas: 
  

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