Ver cómo salen las palomitas de
la olla es todo un espectáculo. El otro día me lo recordó un señor. Se
quedó observándolo con una sonrisa que le iluminaba la cara. Me acordé de todos
los niños y niñas que vienen al cine y que se quedan también a ver el espectáculo. Ver
sus caras detrás del cristal del calentador es para mí otro espectáculo. Creo
que por eso hago las palomitas al tiempo que entra la gente, y no antes ni
después, pues me gusta verles observar. El maíz se raja y empieza a sonar poco
a poco dentro de la olla. Cuando todos se abren saltan al calentador como niños
a una piscina de bolas. Es esta lluvia de estrellas la que les gusta observar
detrás del cristal a mis clientes. Yo mientras atiendo a otros, los veo a
través del rabillo del ojo. Qué felicidad. Veo a los niños saltando a la
piscina de bolas y veo las caras de asombro de niñas y no tan niñas detrás del
cristal. Creo que a veces piensan como yo: cómo sería ser una palomita y meterse allí, en el lío… ¡Qué bello es el cine!
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