Desde hace meses siempre pongo el
cartel de “completo” en alguna sala. Hace una semana a la media hora de abrir la taquilla, sólo quedaban localidades para una película en la última sesión. El
otro día me dijo una señora que su amiga "no viene a este cine porque no hay
entradas nunca".
Los hay quienes se llevan un
chasco enorme cuando vienen a comprar entradas y se enteran de que no hay. Que
no terminan de creérselo y te vuelven a preguntar si no habrá alguna por ahí
suelta aunque sea al final del todo.
Hay quienes se dan media
vuelta cabreados y sin decir nada se marchan.
Hay quienes preguntan por otra
película y “ya que estamos” se ven lo que sea con tal de ir al cine.
Hay quien te pregunta si "¿en
internet quedarán entradas?" Esto me preguntaron la semana pasada y me acordé de
Romeo que junta sus dos mundos. Mi hijo relata sus hazañas de videojuegos como si los viviera. Y a la inversa: me cuenta lo que ve como si lo estuviera viviendo dentro de un videojuego. Esta mañana ha visto a Luigi con su mochila-aspirador en un limpiador de hojas del Madrid Río. ¡Qué bello es el mundo del cine!
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