Ayer me entregaron un guante que habían encontrado en una de las salas. Lo dejé a la vista esperando que se recuperara, como solemos hacer. Pasada la jornada, si no ha venido
nadie, lo llevamos al cajón de los objetos perdidos. Es una cadena de
desmontaje que me gusta: encuentro, muestra, recuperación o pérdida, reciclaje.
Por esa cinta transportadora han pasado todo tipo de objetos. Cosas con las que luego inventos cosas. Me gusta imaginarme la vida de los objetos perdidos,
su vida pasada y el futuro, que en parte depende de nosotros, de mí. El guante
de ayer se emparejó rápido. A la media hora vino un hombre
preguntando por un guante negro, “muy viejo” puntualizó su mujer.
La semana pasada fue un reloj de pulsera. A veces se nos olvida llevarlo al
cajón y el objeto anda perdido de un sitio a otro, entre palomitas y
entradas de cine, durante días. De repente alguien hiló acontecimientos. Días atrás
una señora había preguntado por un reloj de pulsera “sin valor”. En efecto,
se trataba del reloj que llevábamos viendo varios días. Cuando vino a
recogerlo dijo: no tiene valor, pero me lo regaló mi marido… Me quedé pensando: entonces, ¿tiene valor para su marido? ¿Tiene valor sentimental, pero no
económico?
Una vez le regalé a una amiga dos
paraguas. Llevaban tiempo en el cajón. Me parecían preciosos. Mi
amiga en algún momento me dijo que no tenía paraguas y yo me acordé de ellos. Encuentro, muestra, pérdida, nueva vida en casa de mi amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario