Hace un tiempo no hubiera escrito
esto, ni pensado si quiera que alguna vez lo escribiría. Fui a comer a casa de
mis padres y durante la comida no hubo telediarios que mirar, ni noticiosos que
escuchar en la radio. Esto, en verdad, ya hace un tiempo que lo practican, pero fueron tantos años de telediarios y noticiosos, que aún me parece raro. Además, después de comer, hubo sobremesa de conversaciones
varias. Esto sí que fue una novedad novedosa. Para rematar los cuidados, mi padre A no me soltó un exabrupto para que retirara mi taza
de la mesilla del salón, sino que colocó a mi vera un taburete
para que la pudiera apoyar. Asombrada me quedé. Algo había cambiado.
Quiero quedarme con esa
sensación, con la sensación de sentirme cuidada. Es una sensación que uso, que
me traigo a la memoria, cuando, por contra, siento lo contrario. Ya lo hacía antes con la imagen del sándwich que me hizo una vez mi madre A estando embarazada yo de Romeo. Me gusta la capacidad del ser humano de autocuidarse los momentos.
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