Ayer en el grupo de madres y
padres de la clase de Romeo, surgió un debate acerca de si era apropiada o no la
medida que toma el colegio para fomentar la alimentación saludable. La
profesora con ayuda de un niño o niña (cada día le toca a uno o una
distinto) supervisa el almuerzo de cada alumna y alumno y requisa lo que el
colegio considera no saludables (bollería, patatas fritas, zumos… etc).
Pienso que es una responsabilidad
que no corresponde al niño o niña en cuestión, hacer de policía o ayudante de
policía, de sus compañeros. Somos los padres y madres quienes compramos la
comida a nuestras hijas e hijos, y es por esto que opino que debería ser a los
padres y madres a los que se nos debería revisar y requisar si procede.
Entiendo que si es un colegio que
tiene como característica poseer el “sello de vida saludable”, tenga que
mantener “el tipo” evitando que sus alumnos y alumnas consuman productos poco o
nada saludables. Nosotros al apuntar a Romeo al colegio lo sabíamos, se nos
informó y nos pareció bien como respaldo a los cuidados de nuestro hijo. Romeo
lleva fruta de almuerzo todos los días,
si sus compañeros llevaran otra cosa, quizás sería más complicado para nosotros
conservar su ingesta diaria de fruta. Sin embargo, no comparto la
forma cómo mantienen “el tipo”. Es decir, no creo que se fomente
nada en la niña o niño colocándole de policía, ni otorgándole puntos si lleva
almuerzo saludable… etc. Osea, creo que los premios y los castigos no fomentan
nada, sino todo lo contrario. Pienso que son las herramientas que dispone el
colegio porque no conocen otras, pero que lejos de fomentar, lo que hacen es
someter. Hacen que los niños y niñas obedezcan, cumplan las normas de una
autoridad sin aprender más que la obediencia incuestionable. (Así, a lo mejor
cuando sean mayores lamen el suelo de la oficina si su jefe se lo ordena). Soy
consciente de que se les explica el concepto de vida saludable, así como otros
conceptos de moda con múltiples artimañas. Aquí escribí sobre ello: https://macarenamenasantos.blogspot.com/2019/10/ensefomentar.html
Pero no creo que sea eficiente,
útil ni necesario; sino todo lo contrario.
Desconozco si el “sello de vida
saludable” lleva implícito la norma del control del almuerzo, y/o si es lícito que un colegio opere como le da
la gana para que en su patio de recreo no haya envoltorios de bollos ni
chucherías; pero pienso que independientemente de ello, los niños y niñas no
son responsables de esto. Es a los padres y madres a los que se nos debería
informar sobre la norma, sobre la vida saludable y sobre las necesidades
alimentarias de nuestros hijos e hijas, si es que los docentes saben sobre ello. (Me permito el beneficio de la duda, de dudarlo).
También desconozco si el hecho en
sí es tal cual me hice ayer la composición de la escena: un niño o niña al lado
de la profe mirando en las tarteras de sus compañeras y compañeros y señalando lo no
saludable. Es más, al comentárselo a Romeo nos dijo que: "¡va, es que a la profe
sola, con la prisa que se dan para salir los niños, no le da tiempo!" Es decir, parecer ser que el niño o niña en cuestión ejerce de apoyo de la profe, quien castiga o premia
un acto cuya responsabilidad, repito, pienso no es del niño o niña. Pero por lo que expresó Romeo, no parece que les suponga ningún problema ni cause rivalidad entre ellos, por contra a lo que se dijo ayer en el debate.
De nuevo observo con esto la falta de
comunicación entre unos y otros, entre colegio y familias. Se nos debería informar de todo lo que lleva implícito el sello de vida saludable y de la normativa vigente sobre ello. Se evitarían así, creo, muchas dudas, conjeturas, debates. También veo el miedo de unos y otros. De unos, el colegio, a perder su estatus de autoridad incuestionable, y de otros, las familias, a responsabilizarse de sus actos, del acto de acompañar el crecimiento de sus hijos/as al decir que los niños y niñas tienen que respetar las normas, sin más.
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