Me gusta apuntar el mundo creado
por la gente que viene al Cine. Un día una señora me pidió una entrada para “un
hombre infiel” en lugar de “un hombre fiel”. Otras veces además de inventarse
mundos, te dicen el título de la película con sus propias palabras o con las
palabras con las que la tradujeron en su país. Como, por ejemplo, “el Guasón” en
lugar de “Joker”. Esto hace que el mundo me lo cree yo, aparte de ellos. En ocasiones lo que me hace gracia, y crea
mundos también, es la asociación que se produce entre palabras cuando
economizan en el uso del lenguaje. Por ejemplo: “¿El niño es subtitulado?” Refiriéndose
a si la película de “Este niño necesita aire fresco” era subtitulada o no. También tengo apuntado las veces que han
nombrado la película por el nombre del actor protagonista o por el director.
Esto pasa mucho con las películas de Amenábar, por ejemplo, o las de Ricardo
Darín. Liquidándose con el "la de" la invención del guionista o director. Recuerdo hace poco, un día de lluvia intensa, a una pareja que me
pidió dos entradas para “Día de lluvia en Madrid”. Chistes, juegos de palabras, historias, mundos... ¡Qué bello es el cine!
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