Hace tiempo me contaba Romeo acerca
de una salida que tenían en el colegio. Yo había leído algo también sobre ello
en un comunicado, pero me pareció entender que era un taller. Así es que le
pregunté:
-¿Estás seguro que es una salida
y no un taller dentro del colegio?
-Bueno, no sé. Es de salud o
algo así…
Me pregunto si a las demás niñas
y niños se les queda algo de lo que en esos talleres o actividades les explican
y/o hacen. A Romeo nada. Ni sabe qué significan muchos de esos conceptos, ni se
entera de nada de lo que pretenden inculcarle.
Es más, a veces acaba tan
saturado del concepto en sí, que acaba repudiándolo, como si esa palabra ya no
tuviera cabida en su cuerpo. Ha ocurrido hoy. No quiere ni oír hablar de la
palabra “igualdad”. La semana pasada le robaron una hora de ukelele, dice. En
la hora de la asignatura de Música tuvieron que escuchar una canción que trataba
el tema (reconozco que a mí también me da ya grima de tanto como la oigo por
aquí y por allá). El único efecto que produjo esta acción en él es odiar todavía
más la campaña. Está cansado de que le hablen de mujeres científicas, de los mensajitos
en los libros y en los audiovisuales que ven en clase… No puede oír más la
palabra Igualdad.
Siento como si estuviera de moda
hablar de ciertos conceptos, y como si de tanto mencionarlos se hubieran vaciado de
sentido. Como si fueran envoltorios de caramelos sin caramelo. Siento como si
el caramelo, el concepto, fuera por un lado y el envoltorio por otro. De hecho,
me parece que al envolverlos tanto, con actividades, talleres…
etc, se pierde el interés (si es que tiene que haberlo) por ellos. Pienso esto
de todos los planes de fomento: fomento de la lectura, fomento de la igualdad,
fomento de la diversidad, fomento de lo saludable…
No creo en la intención de
fomentar nada en nadie. Creo en ocuparme de lo que me incomoda en mí y dejar
tranquilos a los demás. Somos personas
haciendo esto y lo otro, viviendo, qué más da el género, sexo, capacidades,
gustos...
Es decir, que pienso que al
querer promover tanto ciertos principios que no vemos en nosotros, en nuestro
universo, alejamos a los que son objeto de nuestra intención de fomentar, de
ellos. Los niños y niñas nacen iguales, no hace falta que nadie se lo diga. Si
no paramos de decírselo, es cuando perciben la desigualdad encubierta que
practican quienes pretenden inculcarles dicha igualdad. Lo mismo con el
principio saludable, sostenible... etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario