Desde mi lugar en el Cine he
observado que hay personas que vienen todas las semanas. Algunos varias veces.
Es por ello, que hemos denominado como “clientes habituales” a un grupo de
personas que vienen con asiduidad. El hecho de verles y de que nos vean tan a
menudo ha establecido una relación especial entre nosotros y ellos. Algunos
clientes habituales saben nuestro nombre, preguntan por nosotros cuando no
estamos y por cosas de nuestra vida que en algún momento les hemos contado. A
veces nos hacen regalos, sobre todo en Navidad.
En ocasiones, los ubico en una
película. De tanto verlos no sé si los he visto en mi realidad o en la pantalla
y los confundo con actores o actrices. Me gusta pensar que, claro, en realidad
lo son, son los protagonistas de su vida que actúan también en la mía. También
ocurre que de vez en cuando nos acordamos de algún cliente habitual y nos
preguntamos por él o ella, imaginando continuaciones o segundas partes de sus
vidas. Cuando esto pasa y un día fuera del Cine nos encontramos con alguno,
enseguida nos lo contamos. Forma parte de una necesidad de mantener nuestro pequeño
mundo intacto. ¡Qué bello es el cine!
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