Le ha pasado varias veces. Lleva hecho lo que le mandan y luego no se lo piden. Deberes, materiales, trabajos… Romeo ha aprendido a sortear estas exigencias. Se ha hecho experto en averiguar cuándo debe llevarlas y cuándo no. Lejos de un obediente, como pretenden hacerle ser, Romeo es un experto en intenciones humanas. Sabe cuándo la profesora le pide algo para luego no volvérselo a pedir. Escudriña cada gesto de la profesora o profesor y según el tono de voz y la tarea en sí, actúa llevándolo o no.
Una vez la profesora de gimnasia
les mandó hacer un trabajo escrito sobre una deportista. Tenía que escribir
hitos importantes que hubiera alcanzado dicha mujer. Lo hizo a
regañadientes. Estaba hastiado del tema
de la igualdad con el que le han hostigado este año y esto colmaba el vaso de su hartazgo. Un trabajo más y encima de gimnasia, la única asignatura en la que
mueve el culo del asiento. Nunca jamás
se lo pidieron y maldijo el tiempo perdido buscando información sobre alguien
que no le interesaba lo más mínimo.
Otro día, la profesora sustituta
de inglés les mandó llevar materiales para realizar fósiles: hojas, piedras,
harina, un cuenco… Le daba mucha pereza preparar todo el listado en casa. Se arriesgó
y no lo llevó. Acertó. No se lo pidieron.
No entiendo qué pretenden enseñar
con esta artimaña llevada a cabo por algunos profesores y profesoras: ocupar su
precioso tiempo de infancia para que los padres estén tranquilos creyendo que así se forman, dejar tiempo a los padres que no saben qué hacer con
sus hijos en casa... Romeo ha aprendido a no obedecer y a no fiarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario