Una escena que tengo grabada de mi vida: funeral de un amigo de mis padres. Llego con mi madre A y saludamos a un grupo de amigos. Nada más preguntar una de ellas por mi hermana, mi madre dice:
-No, no acabó la Carrera.
Ni siquiera la amiga le había
preguntado por ello. Fue la carta de presentación que hizo mi madre de mi
hermana. Me llamó la atención. Para mi madre mi hermana ante sus amigos es una
hija que no ha sido capaz de terminar una carrera universitaria. Pienso en la
visión que tiene mi madre de nosotras. Una visión marcada por el trabajo. En la
medida que trabajas en esto o aquello, eres esto o aquello. Además para ella,
como para mi padre A, la manera de acceder a un trabajo es haciendo una carrera
universitaria. Así lo vivieron ellos y no conocen otra cosa. Si mi hermana no
acababa su carrera universitaria no sería.
Creo que si mi madre supiera que
la palabra trabajo viene del concepto “silla de tortura”, no equipararía
trabajar con ser. Entendiendo de dónde viene esta palabra, comprendo que haya gente que no se permita expresar contento cuando está trabajando por mucho que le guste lo que hace. Como para
mi trabajar es jugar, puedo hacer guasas, como dice mi hijo, mientras trabajo. Además no sólo soy lo que juego, sino lo que como, lo que sé, lo que pienso...
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