El mundo eres tú y tus relaciones con lo que hay en él. Algo así me dijo un amigo y se me quedó en la cabeza porque me gustó.
Una de las cosas que más me
gustan es observar cómo se relaciona Romeo con su mundo. Durante unos años se
relacionó conmigo a través de una historia que nos inventamos poniendo nombre a
nuestras respectivas bicicletas, Dera y Deristicón. Todos los días al ir al
cole, íbamos hablando con ellas, poniéndoles voz y creando historias.
Con su padre sigue teniendo el
juego del cachorreo, que ha ido adaptándose y cambiando con el tiempo. Ahora
que hacen abdominales juntos llaman “perreto” al hecho de estar revolcándose
por el sofá haciéndose cosquillas cuando terminan.
Con los abuelos comparten un
mundo paralelo que ha ido creciendo y perfeccionando con el tiempo: el mundo de
los Pinyas. Disfraces, revistas, espectáculos, manualidades… Todo un universo
en torno a los Pinyas.
Con los yayos está “la terraza”, de la que brotan regalos cada vez que les visita.
Con su mejor amigo Paco
desarrolla un juego llamado Come Día-Come
Noche, una versión perfeccionada del pilla-pilla.
Con otro amigo, Omar, cada vez
que se juntan retoman el juego simulado en “tercera dimensión” de algún videojuego
propuesto por él.
Hace tiempo, cada vez que venía a
casa un amigo sueco disparaban hojas de papel dibujadas por ellos al mapamundi que teníamos en
la pared del salón. Era la “mapa tonta”. Otro mundo, quizás, de Romeo.
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