Esta mañana le decía a Carlos que he notado que hay quien pone en el último lugar de la lista de sus prioridades a su gente más cercana, aquella con la que tiene más confianza, familiares en muchos casos, pensando, quizás, que siempre van a estar ahí. Van dejando lo que tienen ahí siempre para cuando tengan tiempo, para el tiempo que les quede después de todo lo demás. O quizás, piensen que no necesitan otorgarles tiempo porque son como el aire que respiramos: están ahí, aunque no los vean, los toquen, los hablen… Para hacerme entender un poquito mejor le ponía el ejemplo de los libros: tengo miles de libros en casa que no me he leído y sigo cogiendo libros prestados de la biblioteca porque pienso que los de casa los tendré ahí siempre y los de la biblioteca a lo mejor no están siempre. Puede que me muera sin haber leído los que tengo en casa.
El día anterior a un viernes de
los que suelo quedar con mi padre, mi madre me llamó para decirme que no iban a
estar porque se iban de viaje.
Otro viernes canceló mi visita
porque había quedado con unos amigos.
Otro día, a dos días vista, me
llamó para cancelar una comida que habíamos planificado porque se había
acordado de que tenía una visita en el Botánico.
Yo estoy en la última prioridad
de sus no prioridades. Por eso cuando me operaron de cáncer no vino a verme a
casa, pero sí fue a ver a la hija de su sobrino a la que no la habían operado
de cáncer.
Otra razón que se me ocurre del
por qué soy la última de la fila de mi madre es porque la vida ocupa mucho. Lo
experimenté yo misma en el confinamiento y estando de baja un año. Nunca he
estado tan ocupada como cuando no tenía ocupaciones. Desde pequeños nos ocupan
el tiempo y cuando lo tenemos todo para nosotros nos volvemos celosos de él y
no queremos que nada ni nadie nos lo ocupe.
Otra razón que se me ocurre del
por qué me resulta tan difícil quedar con mis padres es porque yo soy un tema
emocional. Quedar conmigo supone abrirse a las emociones, a esa parte de ellos
que está tan cerrada. Estudios, trabajo, enfermedades. Esas han sido sus
prioridades siempre.
Otra razón (lo he pensado mucho)
es porque no coincidimos en horarios. Yo trabajo por las tardes y ellos por la
mañana. Están jubilados, pero siguen adoptando el horario que tenían cuando
estaban trabajando.
Hace unos días dudé si quedar
conmigo misma, a la que siempre veo y siempre tengo ahí, o quedar con otra
persona. Me costó decidirme porque me sentía en la obligación de quedar con el
otro, aunque realmente me apetecía más estar conmigo. Finalmente me fui como
todos los meses a mi cita en la cafetería de El Corte Inglés. Me viene muy bien
observar el cielo de Madrid mientras dialogo conmigo. Tras estas sesiones
terapeúticas salgo con nuevas ideas y crezco un poquito más como persona,
pienso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario