Ya he escrito sobre el mundo de los
clientes habituales: https://macarenamenasantos.blogspot.com/2021/04/el-blog-de-una-taquillera-de-cine-26.html
A este mundo pertenecen un trío
de amigas que vienen todos los jueves. Me llama la atención lo rutinario de su
visita. Como si estuvieran ensayando un episodio de sus vidas.
Se acercan las tres juntas, se adelanta un poco la de las gafas y me dice:
-Tres entradas, pero vamos a
pagar por separado.
Acto seguido, me da su tarjeta del
Club, el vale de “vuelve al cine” y el dinero. Así también lo hacen las otras
dos, primero una y luego la otra. En el palomitón, se aproxima a la barra la del abrigo de piel y pide una
botella de agua fría. Paga en efectivo y se reúne de nuevo con sus amigas que
la esperan detrás hablando.
Si la película es en una de las
salas de arriba suben a regañadientes. Si es abajo se ponen contentas. Cuando
salen, ya no las veo, pero pienso en ellas. Imagino se irán a tomar ese
cafetito que le tocaba pagar a una de las tres y comentarán la película. FIN.
No sólo el trío de amigas ensayan su guión en el Cine. También un americano que pide “unaz palomita gande”, el hijo de un actor famoso con una botella de agua fría y otra del tiempo, la señora que compra los jueves una entrada para el estreno de la semana en primera fila... Podría adelantarme y dar el pie a muchos de estos clientes habituales para que siguieran con su actuación, pero me divierte soñar con la improvisación. ¡Qué bello es el cine!
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